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Arquitectos: Taller de Arquitectura Miguel Montor
- Área: 235 m²
- Año: 2020
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Fotografías:Onnis Luque
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Proveedores: Adobe, AutoDesk, Novaceramic, Trimble, URREA
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Ubicada en Juriquilla, al norte de la ciudad de Querétaro, la Casa Rivera forma parte de una de las colonias privadas desarrolladas en esta zona, el conjunto cuenta con una normativa específica para el diseño de sus casas. Formas, materialidades, alturas y lenguajes, son aspectos que estuvieron presentes y se trabajaron de manera integral durante todo el proceso.
El proyecto se concibió como una casa para renta a petición inicial del cliente, quien empezó a involucrarse de forma más personal con el desarrollo del proyecto y de esta manera decidió conservar la propiedad para habitarla con su familia. Esto nos permitió un acercamiento mucho más sensible con el cliente, pudiendo profundizar en cada detalle y espacio de acuerdo a sus percepciones y necesidades.
La idea principal es generar recorridos que permitan una apropiación del espacio, en los cuales vas descubriendo remates visuales a través del tiempo y espacio que transitas. De esta idea nacen un conjunto de volúmenes que proporcionan individualidad y privacidad en cada espacio y a su vez descansan en un basamento arraigado a la tierra, que busca brindar una sensación de protección que refleje la concepción actual de la vida en familia.
La búsqueda de separar los espacios para dar una mejor privacidad a cada integrante de la familia, reforzó dos conceptos que buscamos constantemente en nuestros proyectos, la luz y el silencio. Estos conceptos nos ayudaron a desarrollar una buena proporción entre la volumetría y los vacíos de la casa, expresándolos a traves de patios, balcones y terrazas que optimizan la circulación de aire, la acústica y la entrada de luz natural en la casa.
La materialidad del proyecto fue muy estudiada, ya que, además de ser algo importante para la normativa del conjunto, tenía que reflejar de una manera clara nuestra postura constructiva, en la cual siempre buscamos implementar técnicas orgánicas y métodos tradicionales de cada región, para reforzar la atmósfera de los espacios. Así fue como decidimos usar muros encalados y estucos con base de tierra, cumpliendo con dos de nuestras prioridades: sellar de manera natural los muros, permitiéndoles respirar por medio de la cal y dejar huella artesanal de la mano del trabajador, haciéndonos recordar esos muros de las antiguas haciendas de la región. El uso de la madera corresponde a la sensación de calidez para suavizar la dureza del sitio, brindándonos un cobijo acústico que reduce la reverberación como resultado de la búsqueda del silencio en la casa.
La vegetación es una parte muy importante para este proyecto; busca enmarcar los remates visuales generando un ritmo constante de vegetación en todos los espacios de la casa. Este ritmo está compuesto por silencios que se expresan a través de momentos verdes que acompañan al habitante en todo su recorrido.
Las lineas de la casa se perciben como resultado de todos estos conceptos. Un conjunto de volúmenes de cal, que en sus techumbres inclinadas de barro, conservan un diálogo constante con su entorno y reposan sobre este basamento de estuco. Una casa que sin dejar de lado el sitio, las costumbres y su entorno, mantiene la búsqueda de una respuesta contemporánea.